Apoyé la cabeza sobre la mesa,
empecé a cantarla y volví a llorar.
Sé que es pasado, pero no puedo evitar
detenerme en cada palabra.
¿No te das cuenta que ya no quiero vivir sin vos?
Y después ella, cantándola. Al lado tuyo.
Los dos.
NO QUIERO ESCUCHARLA NUNCA MÁS.
y ahora me vuelvo una muñequita
fría sin corazón-
con la misma frialdad con la que leí sus cartas.
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